El Espanyol tenía muchas ganas de reivindicarse después de cuatro derrotas consecutivas. Era un buen momento porque enfrente tenía un rival que le persigue en la clasificación y porque podía ampliar su ventaja con los perseguidores. El equipo quería despejar las dudas y demostrar que puede estar arriba en la clasificación. El mayor peligro de la Real Sociedad era Raúl Tamudo, aplaudido en los prolegómenos, y que amenazaba con ahondar en la mala racha perica.
El buen planteamiento defensivo de los visitantes complicó mucho el partido a los blanquiazules, que llegaban heridos al compromiso tras la derrota en Pamplona. Mauricio Pochettino apostó por dar entrada en el centro del campo a Verdú en detrimento de Duscher para controlar el juego y tener la posesión. La movilidad de los delanteros debía ser arma suficiente para desequilibrar el partido, pero lo cierto es que no hubo manera. El equipo no creó ninguna oportunidad clara de gol aunque Bravo echó alguna mano en ciertos momentos con sus indecisiones.
Con el paso de los minutos, el equipo de Martín Lasarte se fue asentando y comenzó a sentirse más cómodo. Tanto que, en apenas dos minutos, estuvo a punto de adelantarse en el marcador. Kameni salvó un mano a mano con Illarmendi y rechazó con agilidad felina un remate de Tamudo. Al ahora jugador de la Real se le vio motivado y con ganas de dar algún disgusto. El juego del Espanyol no era demasiado fluido, pero los de Pochettino tienen otros recursos. En una acción de pillería, parecida a la de Sevilla y Getafe, Álvaro Vázquez aprovechaba, con la colaboración de Estrada, para inaugurar el marcador. Muy rápidos estuvieron Javi Márquez y Luis García. Sin un gran juego, los blanquiazules conseguían adelantarse en el marcador. Sin embargo, la alegría apenas duró unos minutos ya que en la siguiente acción era la Real quien lograba marcar. Estrada aprovechó un saque de esquina para fusilar a Kameni.
Los dos contendientes arrancaron el segundo tiempo con más precauciones. Ninguno de los dos se atrevía a dar un paso adelante para deshacer el empate. El Espanyol buscaba alguna contra aprovechando la velocidad de Álvaro y los despistes de la defensa visitante. Y llegó el momento clave. En una acción de crack, Sergio García se deshizo de su par y batió a Bravo. El gol era la alegría que necesitaba el equipo para reforzar su autoestima.
Pochettino decidió reforzar el centro del campo con la entrada de Duscher por Sergio. El cambio salió como esperaba el técnico, porque el equipo estuvo más pausado y fue imponiéndose a su adversario. La Real no estaba tan fresca como en la primera parte y se notaba. El Espanyol, con más seguridad en defensa, dio algún susto más –un remate de Luis García peligroso, que a punto estuvo de convertirse en el tercero-. Los visitantes estiraron un poco más las líneas, una situación que supieron aprovechar los pericos. Una buena contra conducida por Rui Fonte la finalizó Callejón con un remate inapelable. En el 90, Javi Márquez completó la goleada con un gol de falta. Tres puntos muy necesarios para los espanyolistas que acabaron con todos los debates de los últimos días.
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